Chile es muy sui generis y no mediando mas del primer año de un presidente en ejercicio ya se empiezan a barajar nombres del sucesor(a) a más de tres años de las elecciones y como el tiempo solo avanza ya estamos cada vez más cerca de las fechas el ambiente político se pone con aguas turbulentas y en estos últimos días la relación de los adalides de la derecha actual oposición Matthei/Kast ad portas a la primera vuelta se ha tornado cada vez más tormentosa; su origen fueron sonrisas para luego a las patadas por debajo de la mesa cuando la dupla Kast-Kaiser iconos de la extrema derecha decidieron en conjunto sin vacilar la no participación en la utópica primaria que proponía el bloque Chile Vamos y dejan sola en la cabecera de la gran mesa hasta el postre a la candidata que corría hace ya largos dos años prácticamente sin adversarios a la vista que la hiciesen casi con seguridad ponerse en definitiva la banda cruzada el próximo año.
El vuelco y la errada estrategia del comando de la pole position sumando las Bukele populares propuestas de los candidatos de ancestros alemanes en búsqueda de congraciarse con la población en sinergia con los medios de comunicación donde la inseguridad se toma la agenda y merman las aspiraciones presidenciales de la derecha tradicionalmente moteada como momia para dar paso a una derecha que instiga en matar al cáncer delincuencial que recorre el país. La guerra sucia y “asquerosa” como tilda la candidata Matthei a los bots de abierta génesis republicana y se refiere a reglón seguido que su máximo exponente responde con una “sonrisa y con un cuchillo por la espalda” llama la atención ya que posiblemente serian sus posibles aliados de facto en segunda vuelta para derrotar a la candidata oficialista que nació a la popularidad tras una negociada reforma tributaria con sus adversarios ideológicos y lo más aterrador que se trata de una “comunista” nacida en el cortijo con fuerte arraigo popular.
A raíz de todas estas maniobras cuestionables la lista única se ve tan lejana como el soñado balotaje de solo derecha y a la inminente rivalidad de estilo de los candidatos se suma el matonaje de las candidaturas; las tensiones abundan y el añoso adagio “la política es sucia y es sin llorar” esta vez calza como horma de zapatero.
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